Se había anunciado un movimiento de Iker Jiménez en su programa de televisión, Cuarto Milenio, en la cadena Cuatro, que supuestamente le pondría a salvo de la evidencia, cada vez más aplastante, de que las figuras humanas que aparecían en unas fotografías nocturnas de un cementerio de la provincia de Ávila se explicaban por una manipulación digital de esas fotografías.
La base para sostener la convicción de ese movimiento la proporcionó las declaraciones de algunas personas próximas a Iker Jiménez, según cuentan Mauricio José Schwarz y Luís Alfonso Gámez en sus respectivos blogs. Antes de eso, los rumores ya corrían por foros y listas de correo.
Se contaba, además, con las palabras del propio Jiménez en la despedida de su programa radiofónico, Milenio3, del pasado domingo, 15 de enero, y las de su compañera, Carmen Porter, hablando de “goles encajados” y de nuevas “pruebas periciales”.
José Manuel García Bautista, hasta hace poco colaborador de Jiménez, escribía en una lista de correo que cuando Iker le remitió las fotografías, la evidencia de la posibilidad de manipulación le asaltó en cuanto les echó el primer vistazo, y que así se lo hizo saber a Iker Jiménez, que guardó esas fotos durante meses.
En el mismo pueblo era la convicción dominante, y el alcalde declaraba a Schwarz que se avenía a colaborar con el programa de Jiménez para que “nos dejen en paz” y para acabar con el asunto, ya que un miembro del equipo del programa le dijo que la “policía científica” había afirmado que la fotografía era un montaje.
Con estos mimbres se tejió una hipótesis acerca de cual podía ser ese movimiento de Jiménez. Dado que, como resulta claro, la evidencia del montaje era generalizada incluso para el propio Jiménez, que no puede negar ahora, sin dejar por mentirosos a los que así lo han declarado, que la posibilidad de manipulación le fue comunicada, la jugada debía consistir en distanciarse de las fotografías y de todo apoyo al carácter “real” de las mismas.
Y así, se pensó que consistiría en una suerte de pacto según el cual se declararía que los “engañados” fueron el equipo de Jiménez y la familia “García Peña”, quedando la autoría del montaje en manos anónimas y la inocencia de los suscriptores del pacto en altar de pureza.
A pesar de que todos los que apoyaban la posibilidad de un pacto como ese argumentaban en contra de la sensatez, y hasta de la cordura, del mismo, incluso en el ámbito de un mundillo donde esa cualidad parece escasear, acabó por imponerse como segura o casi segura.
Ahora se sabe que tal pacto, muy probablemente, jamás existió. Hubo jugada o movimiento, si, pero consistió en otra cosa.
Iker Jiménez y su programa movieron ficha para asegurar o apuntalar la imagen que vende de sí mismo, según la cual él sólo se limita a favorecer y/o realizar por si mismo la investigación, a dar los datos, y dejar la conclusión al espectador. Con el programa del domingo en la cadena Cuatro, Jiménez parece querer favorecer la interpretación de que él, ni en su web ni en ningún otro lugar, apoyó nunca la “realidad” de lo que aparecía en las fotografías, ni se la negaba. Jiménez presentó las cosas como si todo lo afirmado por él fueran datos aportados por expertos, que son los que hablan. Así, se permitió hablar de su “escepticismo” sobre estos temas, pretendiendo haber mantenido una distancia aséptica acerca de las fotografías y la verdad sobre las mismas. Lejos de pacto alguno, lo que Jiménez hizo es dejar claras las distancias entre él y la familia García Peña. Si hay manipulación, las cuentas se piden a quienes obtuvieron las fotografías, él se limita, en ausencia de pruebas definitivas, a confiar en la bondad e inocencia de las personas.
Imagen muy dudosa, e interpretación muy forzada sea o no sincero al presentarlas así.
En general, Iker Jiménez se limita, cuando alguna vez lo hace, a declarar su supuesto escepticismo sobre el tema tratado en sus programas, pero no ofrece nunca los datos y argumentos que enfrentan las hipótesis que presenta en cada caso. No parece que a Iker le quepa alegar desconocimiento de esos argumentos. En primer lugar, porque, si como dice, es escéptico sobre esos temas, lo será por algún motivo, sobre alguna base argumental. Nunca ha ofrecido esa base a sus oyentes o espectadores. Además, Iker se muestra a menudo al corriente de la existencia de críticas a esos temas. Si él es imparcial, neutro y distante respecto al tema que ofrece, esas críticas deberían ser ofrecidas, al margen de que a él, personalmente, le merezcan una u otra opinión. ¿No es el espectador el que decide? ¿Cómo puede hacerlo si se le ocultan claves? Recordemos que una parte o versión de esos temas la presenta siempre, incluso en el caso de que se declare escéptico sobre el mismo, pero nunca presenta la contraria al “misterio”.
En el caso concreto de las fotografías del cementerio abulense, Iker cita la existencia de críticas a esas fotografías, y consta la opinión de uno de los que hasta hace poco era uno de sus colaboradores más estrechos, opinión que le fue comunicada al mismo Jiménez. ¿No debería conocer su público la existencia de esos “datos”, si presume de ofrecerlos? ¿No se acumulan, de hecho, las evidencias que permiten dudar de la inocencia de quienes les proporcionaron esas fotos? ¿Es posible que así lo vea el mismo Jiménez? Y si es así, ¿Por qué se empeña en mantener una posición contra toda evidencia?
Jiménez favorece el aura de misterio de los temas que presenta porque nunca presenta “datos” que la enfrenten, a pesar de saber de su existencia y de que él mismo, si sus protestas de escepticismo son sinceras, posee algunos de esos datos. Así, la conclusión de sus seguidores no puede ser realmente informada, las dudas que alimenta son forzadas.
Pero no puede jugarse con todas las cartas. O se presta atención especial a una visión de esos asuntos o se está verdaderamente dispuesto a ofrecer todo al espectador para que este opine. Las dos cosas son incompatibles.
Actualización 31/01/2006
Me ha parecido conveniente enlazar algunos artículos con análisis de las famosas fotografías. Se trata de los realizados por Mauricio José Schwarz aquí y aquí, y del efectuado por Macías aquí.