lunes, febrero 27, 2006

Yo sé lo que vi. (II)

En una anterior entrada de paranormalidades argumentábamos en contra de tomar la sinceridad y convicción de los testimonios oculares sin la confrontación de esos testimonios con la evidencia física, de superior rango.

Sobre el mismo asunto, y de forma mucho más autorizada, el gran filósofo empirista David Hume, en un capítulo sobre los milagros de su “Investigación sobre el conocimiento humano”, razonó que la experiencia es lo único que da autoridad a un testimonio humano y que es, precisamente, esa experiencia la que asegura las leyes naturales. Hume insistió en que la experiencia a favor de las leyes naturales es muy persuasiva, como todos podemos comprobar lanzándonos desde gran altura al vacío, por ejemplo, pero que la experiencia que asegura la casi infalibilidad del testimonio ocular simplemente no existe.

Desde Hume, los estudios de la percepción y la memoria humana y los casos documentados de testimonios sinceros completamente equivocados que involucran a una o muchas personas se han multiplicado.

Elizabeth Loftus es probablemente la experta en testimonios oculares y falsos recuerdos más conocida. En dos de sus libros, Witness for the Defense: The Accused, the Eyewitness and the Expert Who Puts Memory on Trial y Eyewitness Testimony: Psychological Perspectives, muestra abundantes ejemplos de la poca fiabilidad del testimonio ocular en ámbitos judiciales y de todo tipo.

Loftus ha documentado todo tipo de errores en los testimonios y ha sido capaz de provocar no solo testimonios sobre aspectos inexistentes en sucesos controlados sino además recuerdos sobre eventos totalmente inventados.

Loftus muestra como la memoria del testigo puede ser distorsionada mediante la forma de entrevistar. Por ejemplo, tras la exposición de una película con un accidente de tráfico en el que no parecía ningún granero, Loftus obtuvo un 2,7% de respuestas positivas s la pregunta “¿Ha visto algún granero?”, y un 17,3 % cuando la pregunta era “¿Ha visto el granero?” Y esto respecto a un episodio nada extraño y con elementos cotidianos.

Otros expertos han escrito sobre los límites y capacidad de los testigos oculares.

Algunos “sospechosos a sueldo”, personas a las que recurre la policía para completar ruedas de reconocimiento, han declarado con frecuencia que ellos han sido los elegidos por los testigos como aquellos que vieron en la escena del delito con una convicción que ni siquiera la policía pudo vencer. Nick Brealey, un estudiante universitario que colaboraba con la policía completando ruedas de sospechosos cuenta lo siguiente:

“Imagínense mi sorpresa y preocupación cuando en dos ocasiones distintas, ¡me señalaron a mí como el culpable! Una vez, también identificaron a mi amigo Ken, y aunque no puedo afirmar con seguridad que él no era la elección correcta, ¡sé con seguridad que yo no lo era! Pero mi preocupación, entonces y ahora, era que otras personas inocentes bien pudieran haber sido elegidas por errores similares al recordar o en la información sensorial, conduciendo a detenciones o al menos serias acciones judiciales. En uno de los casos en los que me eligieron mal, la mujer que se equivocó estaba muy, muy convencida de que tenía razón, y comentó que nunca olvidaría mi cara.” (Carta abierta a James Randi. 11 de marzo de 2005)

Abundan los estudios perceptivos. Alguno de ellos, como el doctor Robert Buckout, publicó sus conclusiones en el Scientific American con las siguientes palabras:

“Un observador está menos capacitado para recordar detalles (…) cuando está sometido a estrés; como es natural está más preocupado en prestar atención a su propia seguridad y bienestar que a los elementos no esenciales del entorno. La investigación que he realizado con las tripulaciones de combate de las Fuerzas Aéreas confirma que incluso las personas mejor entrenadas se convierten en malos observadores cuando están sometidas a estrés…”

Buckout escribe en ese artículo, precisamente titulado “Testimonio de los testigos oculares” (Scientific American, diciembre 1974, pag. 23) que la cosa no es distinta cuando en lugar de un testigo son dos o diez testigos. Un gran número de resultados de la investigación, cuenta Buckout, apoya esta afirmación.

Existen otros estudios de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, sobre la II Guerra Mundial y la Guerra de Corea en donde se muestra como un gran número de tripulaciones (el 30% de los vuelos nocturnos, en el caso de Corea) se dedicaron durante semanas a perseguir y disparar contra el planeta Venus y otros hitos astronómicos. (Citado por Philip Klass. UFOs Explained. Pag. 90 y Javier Armentia- "Todo lo que la ciencia sabe de los OVNIS", en CONOCER Nro. 110. Marzo 1992, p.4., respectivamente)

En el libro "La creación de la bomba atómica" de Richard Rhodes hay un divertido incidente recordado por Oppenheimer en el que las condiciones de seguridad y control eran extraordinarias y, a pesar de ello:

"Muy poco antes de la prueba de la primera bomba atómica, la gente de Los Álamos naturalmente estaba un poco tensa. Recuerdo una mañana en la que toda la gente del proyecto estaba en el exterior mirando un objeto brillante y naranja en el cielo con cristales, binoculares y todo lo que podían hallar; y el cercano Campo Kirtland nos informó que no tenían interceptores que les hubieran permitido acercarse al rango del objeto. Nuestro director de personal era un astrónomo y un hombre de cierta sabiduría humana; y finalmente vino a mi oficina y preguntó si dejaríamos de intentar hacer bajar a tiros al planeta Venus. Cuento esta historia sólo para indicar que incluso un grupo de científicos no está a salvo de los errores de la sugestión y la histeria".

Sobre Venus y los OVNIs, escribe el ufólogo francés Jacques Vallee en su Challenge to Science (1966, pag. 120):

“Ningún objeto ha sido confundido tantas veces con un “platillo volante” como el planeta Venus. El estudio de estos errores resulta muy instructivo porque demuestra, más allá de cualquier posible discusión, las limitaciones de la percepción sensorial y la poca base de de las descripciones de tamaños o movimientos de puntos u objetos con diámetros aparentemente pequeños

No es el único ufólogo “pro OVNI” con experiencia en casos de confusiones de este tipo.

El no menos famoso ufólogo Allan Hynek se desplazó a Michigan, Estados Unidos, debido a una oleada de avistamientos en la primavera de 1966 en la que estaban implicados policías y estudiantes universitarios, entre otros casi 100 testigos. Hynek acompañó a una patrulla de policía durante una noche en la que las radios policiales clamaban cosas como “ahí está”, “lo veo”, está directamente encima de nosotros”. La decepción de los policías y del propio Hynek debió ser enorme cuando comprobaron gracias al mismo Hynek, astrónomo, que el OVNI era la estrella Arcturus. (Are Flying Saucers real? Saturday Evening Post. 17 de diciembre de 1966. Pag. 20)

También Allan Hendry, director que fue del “International UFO Reporter” (IUR), publicación del pro OVNI de la organización CUFOS, suministra algún ejemplo. En este caso de confusiones con globos y con aviones. Publicó que la mitad de los casos de avistamientos podían atribuirse a confusiones con estrellas o aviones. En ese estudio para el CUFON, Hendry, que no es precisamente un hombre contrario a los OVNIs, puso como ejemplo, entre otros, el por el bien documentado caso del avistamiento de Aurora, Illinois, del 29 de Abril de 1978, con descripciones de testigos independientes entre si que hablaban de la forma del OVNI, de ventanas en él, de efectos electromagnéticos, y de cercanía del objeto hasta unos trescientos metros sobre sus cabezas. Hendry investigó el caso concienzudamente tras haber dicho el mismo que “nadie podía negar la autenticidad de este OVNI” para el CUFON y el IUR.

Determinó que se trataba de la identificación errónea de un avión de las “AD Airlines” de Chicago que arrastraba un cartel publicitario de gran tamaño y que no se comportó como los testigos decían. Así ocurrió con las más de trescientas llamadas investigadas por el IUR que fueron atribuidas a aviones con pancartas luminosas, que incluían descripciones de cúpulas con ventanillas , platos que giraban con luces fijas, etc. Hendry escribió que esos informes eran vitales para el estudio del fenómeno OVNI, pues mostraban que muchas personas describían objetos y comportamiento que solo existía en su imaginación. (Allan Hendry. The case of IFO study:an recent example. Internacional UFO reporter 3. Nº6. También “The UFO Handbook”. Doubleday, 1979)

En el mismo sentido, Paolo Toselli, investigador UFO italiano se concentró en casos OVI, objetos identificados con seguridad a pesar de los testimonios y descubrió que los testigos aportaban elementos ficticios que consideraban sinceramente existentes. Llegó a acuñar la expresión ”Síndrome de Trasgresión de la Realidad” para la descripción del fenómeno, que no es en absoluto patológico. (Diccionario de Ufología. “Trasgresión de la Realidad, síndrome” Fundación Anomalía).

El astrónomo Simon Newcomb cuenta como todo un destacamento militar en Fort Snelling quiso mostrarle como un objeto luminoso se aparecía en el cielo todas las noches desde hacía días y, después de seguir un curso normal en el cielo, pasaba a comportarse de manera errática y contraria al de los objetos celestes conocidos. Newcomb comprobó, y les hizo ver a los oficiales, todos formados en West Point, que lo que veían era una estrella que seguían en su curso celeste hasta que, cerca del horizonte se hacia casi imperceptible y entonces seguían a otra, Capella, que muy próxima a la primera seguía el curso contrario. Newcomb escribió que recordaba aquella experiencia como “ilustrativa de la falacia de todos los testimonios humanos acerca de fantasmas, llamadas de los espíritus y otros fenómenos parecidos” Sin duda, parece muy aplicable en el caso de los OVNIs. (The reminiscences of an astronomer. 1903. Citado por Robert Sheaffer en “Veredicto OVNI”)

El conocido astrónomo Frank Drake, respecto de los esfuerzos de Observatorio Radio Astronómico por documentar los meteoritos, escribió:

“El primer hecho que aprendimos es que la memoria del testigo sobre estos fenómenos exóticos se esfuma muy deprisa. Un día después, aproximadamente la mitad de los informes son erróneos; dos días después, alrededor de las tres cuartas partes están claramente equivocados…Quedó bien demostrado que, más tarde, reconstruían en su imaginación un hecho basado en un vago recuerdo de lo que había sucedido.” (“Sobre las habilidades y limitaciones de los testigos oculares” en “UFO´S. a Scientific Debate” ed. Sagan y Page 1972)

Veamos como describieron algunos testigos un bólido documentado por la Red de Alerta de Hechos Científicos del Smithsonian Institute y por los astrónomos del Observatorio Nacional de Brasil el 12 de marzo de 1978 que incluye a dos pilotos, uno militar y otro civil, entre otros muchos testigos:

Lygia Pape, profesora universitaria de Arte: “Había un objeto enorme que se aproximaba por el norte. Había cuatro grandes naves que tenían alrededor otros grupos de cinco naves más pequeñas…”

Waldyr Foreax, coronel de la policía militar: “Volaba a una altura de 500 metros. Volaba tan bajo que pensé que chocaría con las montañas. Esto implica unos cálculos matemáticos muy precisos. Tenia que haber alguien al mando de la nave.”

Francisco Simonelli Cruceiro, piloto civil: “El objeto volaba horizontalmente. Tenía el tamaño aproximado de un Jumbo. Tenía luces blancas a su alrededor que parecían fluorescentes. No era un satélite ni tampoco un meteorito. Era un OVNI.” Cruceiro acompañó su testimonio de un dibujo que representaba la clásica forma de cigarro puro con ventanitas a lo largo.

Coronel Rui Guardiolo, piloto de las Fuerzas Aéreas brasileñas: “Seguía una trayectoria directa de choque con la Base Aérea de Campo Dos Affonsos, pero cuando alcanzó una altura de unos 600 metros se niveló. Eran dos naves madre principales seguidas de algunas más pequeñas.” (Nacional Enquirer. 17 de Octubre de 1978. Pag. 2.)

Como decíamos, el bólido fue seguido por dos centros de observación independientes. (Smithsonian Institution Scientific Event Alert Network Bulletin 3. (31 de marzo de 1978. Pag 9.)

Hume ofreció sus razonamientos, nunca refutados, a una audiencia que no disponía de la evidencia empírica y experimental que hoy en día apoya sus argumentos. Sin embargo, todavía se sigue usando el testimonio ocular como fuente para sostener abiertas discrepancias con lo que la experiencia sobre las leyes naturales nos enseña.

ACTUALIZACIÓN

En la página de Elizabeth Loftus aparecen enlaces a algunos de sus artículos sobre el tema. Aunque ya enlazo la propia página, pondré a continuación los enlaces.

Por otra parte, gracias a Manuel Borraz que dejó un muy interesante comentario en este mismo artículo, llegué a su página, donde, desde una perspectiva judicial, se aborda el mismo tema de la confianza en el testimonio ocular. Manuel me ha permitido enlazar su sitio web, cuya lectura recomiendo con toda insistencia, y pondré también enlaces a artículos sobre el tema que aparecen en una de las páginas. El asunto principal de ese lugar es la terrible situación de Ahmed Tommouhi, preso 13 años gracias a un par de testimonios oculares (testimonios que no fueron, en un principio, nada contundentes, y que se muestran cuajados de irregularidades en su llevada a efecto por parte d elas autoridades) de unas víctimas de violación a pesar de que las evidencias físicas- análisis de ADN incluído- lo exculpa. En esa página es posible adherirse a una campaña de recogidas de firmas en su favor. Si les es posible y están de acuerdo con lo que esa página expone, como es mi caso, les ruego que se adhieran a esa campaña.

También les recomeindo que permanezcan atentos al blog de Gerardo García-Trío, Bajo el Volcán donde en los próximos días hay prevista una entrada sobre un caso de una condena basado en testimonio oculares y en contra de evidencia física.

Enlaces:

Artículos de Elizabeth Loftus:

Artículos provenientes de la página de Manuel Borraz y Eva Bobrow:

No Confidence: A Step Toward Accuracy in Eyewitness Trials” (James M. Doyle), The Champion, enero/febrero 1998; http://www.criminaljustice.org/CHAMPION/ARTICLES/98jan01.htm

Best Practices for Eyewitness Evidence Procedures: New Ideas for the Oldest Way to Solve a Case” (Turtle, Lindsay & Wells), The Canadian Journal of Police and Security Services, marzo 2003; http://www.psychology.iastate.edu/faculty/gwells/CJPSSarticle.pdf

Eyewitness Identification Procedures: Recommendations for Lineups and Photospreads” (Wells, Small, Penrod, Malpass, Fulero & Brimacombe), Law and Human Behavior, vol. 22, nº 6 (1998); http://www.psychology.iastate.edu/faculty/gwells/whitepaperpdf.pdf

From the Lab to the Police Station: A Successful Application of Eyewitness Research” (Wells, Malpass, Lindsay, Fisher, Turtle & Fulero), American Psychologist, junio 2000; http://www.psychology.iastate.edu/faculty/gwells/Lab_to_police_station.pdf

Eyewitness Testimony” (Wells & Olson), Annual Review of Psychology, 2003; http://www.psychology.iastate.edu/faculty/gwells/annual_review_2003.pdf

La página de Manuel Borraz y Eva Bobrow es la siguiente:

http://www.geocities.com/eva_bobrow/seguvsfiab.html



martes, febrero 21, 2006

Pequeña referencia o "pocacosa" sobre Bruno Cardeñosa.

Quienes visiten la lista de correo salsarosaparanormal en estos últimos días pueden contemplar el espectáculo de Bruno Cardeñosa o (de quien con ese nombre escribe) desatado en incontinencia verbal.

Los insultos de Cardeñosa son algo habitual en esa lista. Su excusa suele ser que otras personas le han insultado a él. Muy rara vez- y digo esto por precaución ante algún posible olvido o ignorancia mía, que para mí recuerdo es más bien nunca- ha sido insultado por quien sea en esa lista su eventual interlocutor. En todo caso, no discrimina nunca entre quienes le hayan podido insultar en la lista o fuera de ella y quien se dirige a él con voz crítica pero sin insultos.

En su imaginación, o en interesada estrategia, todos los críticos son uno y de las ofensas individuales hace solidaria responsanbilidad hacia todos los escépticos y críticos. "Hijos de puta", "mal nacidos" y otras lindezas semejantes son las habituales en Bruno. Si te quejas del trato, Bruno te contestará algo así como "vosotros insultásteis primero", aunque nunca haya salido ningún insulto de la boca o el teclado de quien recibe el insulto de Bruno. Si pides pruebas de esas acusaciones, te remitirá a alguien que no escribe en esa lista.

Sobre las recientes hazañas de Bruno pueden verse dos estupendas entradas en El Retorno de los Charlatanes, esta y esta otra.

Cardeñosa ha desencadenado una estrategía contra los críticos que consiste en calificarlos de "dictadores feroces" y de promover la violencia. Hasta el punto de asegurar que si la banda terrorista ETA abandona las armas, los escépticos pasaremos a ser "el colectivo más agresivo de este país" Así, como suena, y dirigido a sus interlocutores críticos sin distinción alguna.

Puede parecer raro que un hombre que tiene toda la libertad para escribir esas barbaridades se queje de sufrir una dictadura, por no hablar de la libertad que tiene para participar en televisión y radio, donde es colaborador fijo, escribir en revistas y publicar libros. Y puede parecer extraño que exprese que un escenario con los críticos silenciados- o directamente muertos, Bruno confiesa que nos desea la muerte sin tapujo alguno- pueda parecer un paraíso democrático, pero Cardeñosa es un declarado admirador de la notable "democracia cubana" y, quizá, esto ayude a explicarlo.

No se extrañen ustedes acerca de ese deseo mortal hacia los críticos. Cardeñosa, pretendiendo acusar a Mauricio José Schwarz de incitar a la violencia, dice lo siguiente:

Cualquier que lea eso querrá matarme ­y con razón, claro, si soy todo eso merezco que me maten­ y desde luego, no puedo confiar en que su autor no quiera cometer alguna barbaridad contra mi.

Cardeñosa se refiere a una serie de calificativos que supuestamente Schwarz le dedica. Como muestra Mauricio en sus entradas, no es cierto.

Pero, aunque lo fuera, lo impresionante del párrafo anterior es que de lo escrito parece desprenderse que Cardeñosa piensa que es lícito pretender matar a alguien si este es un mentiroso o un estafador. Y no simplemente que se le aplique la pena de muerte tras oportuno juicio, directamente teme el linchamiento de su persona porque ¡¡¡"si soy todo eso, merezco que me maten"!!!

Así, puesto que Bruno considera que los críticos le agreden con sus escritos, no extraña que su deseo de muerte hacia ellos sea sincero. De hecho, insiste en varios mensajes en la sinceridad de ese deseo.

Trata de escudarse en un miedo por su seguridad personal, pero resulta dudoso que un hombre que, cuando tras sus insultos se le pide que se calme, confiesa que no está alterado, que escribe esas cosas "en pelotas, con los pies sobre la mesa y sin pasar de 65 pulsaciones"tenga ningún miedo a nada.

Ni siquiera a las consecuencias de lo que está escribiendo estos días.

viernes, febrero 03, 2006

Yo sé lo que vi.

¿Nunca le han dicho nada parecido cuando usted ha puesto en duda una afirmación sorprendente, improbable o directamente imposible?

Alguna vez he tenido que recurrir a testigos para convencer a alguien que aseguraba haberme visto en algún lugar y momento en el que no había estado. No suele bastar con negar ese hecho, en esa situación debes demostrar que no podías haber estado allí, que a esa hora estabas en otro lugar. Y su convencimiento nunca acaba de ser total. “¿Seguro?. Yo juraría que eras tú”

Lo curioso es que no existe diferencia en la convicción de la persona que te asegura algo así cuando no es posible que estuvieras donde dice haberte visto y cuando, efectivamente, te ha visto. La sensación o emoción que causa en esa persona esa experiencia es la misma tanto si se trata de un error como si no lo es.

La fuerza de esa percepción es tan abrumadora que suele ser frecuente que tu conocido, cuando se ve obligado a reconocer que no pudo haberte visto en ese lugar, añada algo como “Pues tienes un doble perfecto. Incluso vestía ropa que te he visto a ti”

La cosa suele terminar entre risas que celebran la simpática anécdota. Aunque en las del protagonista de la misma suele detectarse algún rastro de nerviosismo o desconcierto, quizá a él no le resultó exactamente simpática.

Cuando algún charlatán ha sido desenmascarado, por ejemplo, algún sanador por la fe norteamericano cuyos trucos para “conocer” los problemas de sus feligreses resultaron de todo menos sobrenaturales, incluso en el caso de ser juzgado y condenado, cuando queda claro que no pudo curar nadie, que era un falsario, no faltan testigos que aseguran que ellos han presenciado verdaderos prodigios del convicto. “Yo sé lo que vi.” “A mí me curó” Algunos “clientes”, cuyas enfermedades han acabado con su salud o su vida a pesar de creerse curados por el charlatán, no veían diferencia entre ser curado y creer haber sido curado. Quienes han sobrevivido y han podido recordar aquello insisten en su desconcierto, notaron mejoría, y no algo sutil, sino muy real. Su emoción, su percepción cuando al final fueron curados médicamente y la que experimentaron con el charlatán era la misma.

Cuando algún “avistamiento OVNI” ha sido explicado mediante objetos bien terrestres de manera que no quede duda, (alguno de ese 95% que hasta el ufólogo más crédulo reconoce como debido a “causas naturales”), los testimonios aparecen incoherentes con el verdadero comportamiento del objeto avistado. Lo que realmente vieron no pudo hacer lo que declaran que hizo. Pero su convicción se ve inalterada, o, en el mejor de los casos, se ve reducido a una confusión abrumadora. Esa convicción fue, al menos durante el tiempo en que se demoró la explicación, absolutamente igual a la que muestran los testigos de otros casos no explicados.

S. J Davey fue un asiduo a sesiones espiritistas convencido de estar asistiendo a manifestaciones de seres de ultratumba. Cuando descubrió que uno de ellos, el que él consideraba el mejor de entre los médium, Engliton, hacía trucos, descubrió que su convicción de hallarse ante verdaderos prodigios inexplicables era exactamente la misma que la que el causaba en los que asistían a sus propias demostraciones de poderes que él hacia con trucos en un espectáculo que diseñó para estudiar la validez de los testimonios incluso entre hombres de ciencia. Los que le defendían a él como verdadero médium antes de que descubriera que era un mero ilusionista, usaban los mismos argumentos y con la misma convicción con la que, en su día, el defendió a Engliton.

Algunos se negaron a creerle. Decían que Davey tenía poderes reales y que cuando realmente mentía era cuando aseguraba usar trucos.

También algunos testigos de los casos OVNI explicados se niegan a aceptar la explicación convencional a pesar de la evidencia y tratan de imaginar alguna explicación de tipo conspirativo o similar. Como en el caso de los “pacientes” de charlatanes convictos y confesos.

Mi conocido hubiera podido también explicar la contradicción entre su experiencia y los datos reales. Pudo insistir en que yo estaba allí y recurrir a bilocaciones, dimensiones desconocidas o cualquier cosa que se le ocurriera.

“Yo se lo que vi.”

Muchas personas se niegan a aceptar que la subjetividad de la experiencia tenga que doblegarse a los datos objetivos, y todos sentimos dificultades para aceptarlo sin alguna resistencia. Pero no tenemos alternativa. Sabemos que cometemos errores, que sufrimos ilusiones y que la sensación que nos invade nos resulta indistinguible de la que experimentamos en casos “reales”. Solo la contrastación con los datos objetivos nos puede ayudar a determinar si lo que vimos estaba o no allí. Cuando uno no miente, tiene una convicción de la misma fuerza y naturaleza que la que experimenta cuando padece un error, confusión o ilusión. Es la misma sensación.

Y su valor probatorio es nulo no solo cuando existen datos objetivos sobre la experiencia concreta. También carece de valor si enfrenta conocimientos sólidos.

Cuando una afirmación resulta más irracional que su negación, la elección racional queda clara. El resto es prejuicio.