sábado, junio 09, 2007

¿Qué buscan los escépticos?

En muchas ocasiones me han hecho preguntas como esta y otras parecidas: ¿por qué existen personas que dedican un esfuerzo y un tiempo considerable a hablar, discutir y rebatir algo en lo que no creen? Si tras las pretensiones pseudocientíficas no hay nada real, ¿no están estas personas, estos escépticos, obsesionados con la nada?. ¿No hay cosas más importantes que atacar que a lo paranormal? ¿Se creen salvadores o defensores de alguien?





Pues bien, en primer lugar, la refutación del error filosófico o científico es una actividad digna y tradicional, generalmente aceptada como necesaria y conveniente para el avance del conocimiento.

Además, los postulados de las diferentes paraciencias no son presentados como meras opiniones intrascendentes, dedicadas a la mera diversión o entretenimiento de los practicantes y seguidores. Los defensores de estas disciplinas insisten en su carácter de verdadero conocimiento y toda su historia esta dedicada tanto al intento de confirmación de su veracidad como al ataque a quienes no aceptan sus postulados. En este ultimo sentido, es curioso que quienes han acusado a sus detractores, científicos, políticos, académicos o simples escépticos de auténticos crímenes como conspiraciones, traiciones, engaño a la humanidad o incluso de secuestros y asesinatos, o de complicidad con quienes los realizan, se sientan víctimas de quienes simplemente consideran sus hipótesis como, en el peor de los casos, de solemnes tonterías, o de que se sorprendan de que algunas personas se sientan impelidas a exigir pruebas de semejantes acusaciones utilizadas como recurso justificativo de la falta de evidencia de sus creencias.

Muchas, si no todas las afirmaciones paranormales, tienen además consecuencias prácticas trascendentales en áreas como la educación, la salud, la propia concepción de la vida individual y social. Consecuencias que son reclamadas por los defensores de estas cuestiones de manera cada vez más apremiante: reforma de planes de estudios, inclusión de terapias médicas en el plan público de salud, etc.

Otra razón es el intento de difundir el pensamiento critico entre la población, particularmente entre aquellos seguidores de estas paraciencias, ejemplos por excelencia de quienes carecen de él, convertidos por su sincero y legitimo deseo de conocimiento en víctimas de formas de pensamiento defectuosas que les alejan de ese verdadero conocimiento y su método. En general, las personas deseamos poseer un criterio que nos permita discernir, entre dos o más postulados, cual de ellos es más acertado y ajustado a la realidad. La crítica racional a los argumentos pseudocientíficos es uno de los modos más efectivos y evidentes de mostrar cuales son esos criterios.


Además, entre quienes practican y difunden estas actividades, existen, como en toda actividad, aquellos que aprovechan el sincero interés de personas con curiosidad para su propio provecho económico, algo respetable, siempre que no incluya el fraude deliberado, la manipulación, la calumnia y la mentira. La denuncia de estas situaciones es, además de un derecho, una obligación ética.

El que los escépticos apelen al método científico y sus criterios de validación o falsación, así como a los usos correctos de la argumentación lógica para el debate, es un esfuerzo consiente por situar el problema lejos de posturas personales, acercándolo a la posibilidad de decisión sobre bases objetivas y sitúa al escéptico en el mismo plano de preocupación por la verdad, el hombre y la sociedad, que al creyente sincero, legitimando, por tanto, el ejercicio de esa "oposición" que, por otra parte, debería no solo no ser condenada, sino considerada necesaria y conveniente.


(Adaptado y ampliado de un escrito anterior del autor)