lunes, septiembre 26, 2005

Seip, ¿Críticas destructivas o destruyendo las críticas?

Hace unos pocos días varios miembros de la SEIP (Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas) desencadenaron en el foro seipero una especie de tormenta en contra de la presencia de los críticos en ese lugar. Se han censurado mensajes, expulsado a usuarios registrados y escrito mensajes con tonos, digamos, poco amistosos. Parece que poco a poco se devuelve el control de las cuentas de usuario a sus propietarios pero sigue pesando la amenaza de censura o expulsión sobre ellos- nosotros-. El ambiente de ese foro resulta claramente tenso y la mayoría de los afectados, sean escépticos o no, han optado por escribir en otro lugar, absolutamente libre sea cual sea la postura de cada usuario. Aunque la mayoría de las manifestaciones sobre la cuestión expresadas por los simpatizantes de la SEIP son favorables a esa medida, no han faltado tampoco quienes hablan de medidas exageradas o poco afortunadas.

Muchos detalles de todo aquello pueden seguirse en las bitácoras de Lola, Kurt o Cherif y en el foro de Misterios de todo a cien.

No es que en ese foro no se haya permitido la disparidad de visiones ni la crítica hacia los fenómenos paranormales. Durante mucho tiempo se han realizado interesantes debates, muy fructíferos en ocasiones y en un ambiente de armonía o al menos de respeto mutuo.

Pero hay un tema tabú.

Aparentemente se trata de Bélmez, las nuevas caras y el artículo de Javier Cavanilles que contiene determinadas acusaciones contra Pedro Amorós, presidente de la SEIP. Cualquier mensaje con esas referencias- las nuevas caras o la relación de la SEIP con ellas- de tipo crítico es automáticamente borrada, o se cierra el hilo tras algún mensaje de Amorós o los moderadores, dejando una apariencia de incoherencia en el lector al no poder ver más que las respuestas de los defensores de la SEIP o del propio Amorós pero no los mensajes a los que se responden. Y es que los mensajes de apoyo si pueden publicarse y son recibidos con alguna nota de agradecimiento por los responsables seiperos. Son las críticas las que no pueden permanecer y las que merecen el oprobio del presidente seipero.

Aunque en las últimas “tormentas” se invoca el derecho de los propietarios de la página a decidir que se hace o no se hace en esos foros, sin más criterio, - en un sorprendente reconocimiento de que es su voluntad y no ningún molesto criterio objetivo el que decide- en otras ocasiones si se ha tratado de ofrecer un argumento que justifique la decisión. Puede interpretarse que esta última decisión de no justificar esas medidas más que en el mero “estoy en mi casa y aquí se hace lo que yo digo” (esto se ha escrito así, literalmente) puede obedecer a un “cansancio” ante reiterados intentos de los críticos de “colar” el tema.

Puede ser, desde luego, pero se da la circunstancia de que en esta ocasión, la mención al “tema” se hizo fuera de los foros seiperos, en una página favorable a los fenómenos paranormales en la que se entrevistaba a Javier Cavanilles y en su sección de comentarios. El responsable de aquella página, habitual de los foros seiperos, enlazó, como suele hacer, las novedades de su página en un mensaje en el foro seipero. Amorós acudió allí y acusó al propietario de deslealtad. Fueron el propietario de esa página, Pablo Moreira, y sus colaboradores quienes protestaron por la medida de censurar el enlace y el propio mensaje sin explicación y el uso de algunos epítetos de tipo despreciativo hacia ellos y su trabajo. Se dijo que los escépticos usaron la estratagema de esconder en sus firmas un enlace a esa entrevista. Por lo que yo se, solo uno de los críticos hizo eso y, desde luego, no lo hizo este que escribe y todos mis mensajes, estuvieran o no relacionados con la cuestión, fueron borrados, así como los de todos los críticos declarados en ese foro.

Decía más arriba que la relación con Bélmez, Cavanilles y demás es solo aparente. Me explico.

Hace tiempo, antes de que la cuestión sobre las nuevas caras de Bélmez surgiera y, por supuesto, mucho antes del famoso artículo de Cavanilles y de que Francisco Máñez mostrara su método para obtener caras como las nuevas, los críticos y algunos simpatizantes de la SEIP pidieron aclaraciones sobre otras acusaciones que pesaban sobre Pedro Amorós. Aunque en un principio Pedro Amorós se mostró decidido a desmentirlas, la pobreza de sus argumentos, sus contradicciones y falsedades comprobadas en algunas de las cosas que dijo y, sobre todo, la negativa a hacer lo que sus propios simpatizantes le pedían (“enseña el título, Pedro”), motivaron una polémica muy encendida que pronto acaparó la casi totalidad de los mensajes escritos en ese foro.

Así empezaron las primeras censuras y así se dieron los primeros argumentos en contra de permitir que ese tipo de mensajes pasaran la criba de los moderadores del foro.

Estos argumentos consistían, básicamente, en considerar que las críticas hacia la persona del presidente de la SEIP eran, por su propia naturaleza, insidiosos, y que el objetivo real de los mismos no era otro que acabar con la reputación de Amorós, la SEIP y la misma posibilidad de la existencia de los fenómenos paranormales.

El mensaje se repitió docenas de veces: “la SEIP acepta todas las críticas siempre que sean constructivas, jamás las destructivas” y se calificó a los críticos como “detractores”. Y todo esto a partir de la inclusión en cualquier mensaje de una referencia, por mínima que fuera, a la actuación personal de Amorós. Salvo que fuera elogiosa, algo que debe ser considerado una “crítica constructiva”, supongo, pues era recibida con agradecimientos y con adhesiones inquebrantables.

La cosa parece clara, no se pueden hacer críticas “personales” negativas, pues son en si mismas insidiosas.

Como era de esperar, no se admite discusión sobre esto, se considera evidente, y no solo por la dirección seipera, si no también por muchos de sus simpatizantes a juzgar por los mensajes. (Aunque no por todos)

¿Y cuál es la base para sostener que son, efectivamente malintencionadas? Muy sencillo, que son consideradas unánimemente falsas. Es decir, Amorós si ha hecho lo que dicen que no ha hecho y si es lo que dicen que no es.

Al margen de que la consideración de “falsas” acusaciones se hace sobre la base del aprecio personal de todos los que escriben a favor de Amorós, (cuando el “enseña el título, Pedro” no funcionó, se pasó al “tu no tienes que demostrar nada, Pedro”) en contra de toda la evidencia mostrada- y borrada- y sin aportar ni una sola prueba a favor, resulta muy curiosa esa forma de adjudicar el carácter de insidiosos a esos mensajes.

Recordemos que lo que se pedía era una respuesta de Amorós a esas acusaciones, que no eran obra de ninguno de los que escribían, sino recogidas por ellos-nosotros-.

Además, si alguien hace una crítica negativa sobre alguien, no está obligado a que esa crítica contenga hechos ciertos, a que contengan “certezas”, sino a que su afirmación de que lo son sea consistente, razonada y basada en evidencias. Es decir, que el carácter injurioso o insidioso viene no del hecho de que al final esas acusaciones resulten falsas, sino de si han sido vertidas negligentemente o a sabiendas de su falsedad.

Lo contrario es equiparar el error a la injuria o la mala intención. Es negar el error.

De esta manera tenemos, siempre en el caso de que las protestas de falsedad de Amorós fueran sinceras, que este ve persecución personal y mala intención en todos sus críticos. Lo que Amorós no digiere es la crítica hacia su persona en tanto “investigador”. Además sin permitir la libre discusión y examen de la evidencia, algo que solo podría beneficiarle. Eso en el caso de que esas protestas, a pesar de la evidencia, fueran sinceras.

Pero ¿y el resto de “defensores”? En mi opinión, todo esto delata el verdadero problema de unas personas que se han creído durante mucho tiempo esa imagen de “cazadores” de la verdad, enfrentados a terribles conspiraciones o a mentes ciegas y que carecen de los más elementales principios necesarios para evaluar la información.

Una información cuyo acceso se niega.

martes, septiembre 13, 2005

Bruno Cardeñosa, encuestas y otras cosas.

Las encuestas son un medio estadístico de estudio de los fenómenos sociales que pueden resultar muy útiles. Pero tienen sus peligros. Las preguntas pueden resultar engañosas, o las opciones de respuesta limitadas, o la muestra sesgada o poco representativa, entre otros muchos riesgos. Se dice también que son una excesiva simplificación de algo muy complejo. Y no solo existen peligros a la hora de diseñar y efectuar una encuesta, el análisis de las mismas, nos repiten los expertos, debe realizarse por personas cualificadas para ello, pues resulta fácil hacer decir a las encuestas lo que no dicen.

Bruno Cardeñosa tiene publicado un reciente artículo en Mundo Misterioso, una web de la que es redactor, en el que se maneja con encuestas, estadísticas y sus interpretaciones. Concretamente se refiere a encuestas sobre las creencias, y con los resultados de unas cuantas de ellas llega a una interpretación que cierra el artículo. Este se titula “Radiografía de las creencias a las puertas del siglo XXI” y la interpretación final a la que me refiero es esta:

“el ser humano cree cada vez más en esas "cosas raras". No ha dejado de creer en Dios, pero ha encontrado respuestas a las grandes incógnitas lejos de las "capillas" religiosas y científicas dominantes.”

No es Cardeñosa, que yo sepa, un experto en análisis de encuestas, pero sin duda tiene derecho a analizar cualquier cosa que se le ocurra. Para el caso tampoco es un experto en leyes, una vez más que yo sepa, y también se mete a interpretaciones legales de hechos. En este último caso, con escaso éxito, todo hay que decirlo. Ni tampoco en metereología y les enmienda la plana, con poco éxito de nuevo. ¿Y qué tal se le da en este caso de interpretación de encuestas? Bueno, no soy yo tampoco ningún experto pero, según otros que si lo son, no demasiado bien.


En el caso de España tenemos la Segunda Encuesta Sobre la Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología, realizada entre el 20 de septiembre y el 15 de octubre de 2004. En la misma encuesta se dice en sus conclusiones lo siguiente:

“La ciencia queda como un valor eminentemente positivo en nuestra sociedad; los ciudadanos esperan mucho del progreso científico y piden, por ejemplo, que la toma de decisiones de la clase política se base más a menudo en la opinión de los expertos. “

En un análisis posterior que expertos del CSIC realizan para la Fundación Española para La Ciencia y la Tecnología, autora de la encuesta, se compara el interés de los españoles por la Ciencia con el que tienen por la astrología y el ocultismo. Este último se califica de “muy escaso” y es superado ampliamente por el interés por la Ciencia y el aprecio por su imagen. (pag. 38 y 39)

Como curiosidad, en la página 80, la tabla 17 muestra la valoración de los científicos y los religiosos desplegada por separado entre creyentes y no creyentes. Los propios creyentes valoran más a los científicos que a los religiosos.

Los españoles, a la pregunta de si los conocimientos científicos y técnicos mejoran la toma de decisiones en cuestiones importantes de la vida, responden que siempre o casi siempre en un 32 %, algunas veces en un 47,1% de los casos y “rara vez o jamás” en un 12,5%. (pag 296. Pregunta 29)

Resulta difícil conciliar todo esto con la conclusión de Cardeñosa, según la cual, la gente se aleja de las “capillas científicas dominantes” para resolver sus grandes incógnitas. Sobre todo cuando se nos dice en las páginas 3132 y siguientes del análisis de los expertos de CSIC que los desinteresados o desinformados acerca de la Ciencia constituyen un 22%, los procientíficos el 54.8% y los críticos solo el 5.6%.

Dice también Cardeñosa en su artículo:

“Por ejemplo, recientemente, un sondeo del Instituto Gallup en Estados Unidos demostraba que cuanto mayo r es el nivel cultural de una persona, mayo r es la aceptación que se profesa a temas como la sanación psíquica, las casas encantadas o la percepción extrasensorial.
Este hecho ha sido significado por el sociólogo Javier Elzo, para quien "los factores sociales clásicos, clase social y ocupación, no tienen influencia en la creencias esotéricas" , contradiciendo lo que un escéptico español, Javier Alcalde , decía en la revista MUY especial radiografiando a los creyentes: "Adolescentes, personas de poca cultura y desesperados." Sin embargo, los sondeos de opinión no dicen eso, sino que entre las personas cultas e informadas se registra un elevado nivel de aceptación de los llamados "fenómenos extraños" y las "creencias alternativas".

Veamos que dice la encuesta española:

Colectivos relevantes representados por sus actitudes ante la ciencia:

Desinteresados o desinformados:

Mujeres y amas de casa.
• Por encima de los 55 años.
• Personas casadas.
• Personas con menor nivel educativo (sin estudios o con estudios primaros
incompletos) y personas que sólo han logrado terminar los primarios.
• Clase social media baja o baja.

Procientíficos mesurados:

Hombres (es el segmento con mayor porcentaje de hombres).
• Menores de 35 años, especialmente en el caso de los que tienen entre 25 y 34.
• Por estudios, sobre todo entre personas que han alcanzado el segundo grado
(segundo ciclo).
• Trabajadores, de forma muy clara.
• Clase social alta o media.
Procientíficos entusiastas:

• Hombres.
• Personas de 25 a 44 años.
• Personas con un nivel de estudios medios o superiores/universitarios.
• Personas laboralmente activas: trabajadores en general.
• Clase social alta o media alta.

Críticos:

• Personas de 15 a 24 años, y de 65 en adelante.
• Personas con estudios de segundo grado (primer y segundo ciclo).
• Jubilados, amas de casa y estudiantes.
• Clase social media-media.

(Páginas 312 y siguientes)

Añadiremos, para dejar este asunto, que las conclusiones de la encuesta española son absolutamente coherentes, y en muchos aspectos totalmente coincidentes con los del Eurobarómetro Ciencia y Sociedad de la Comisión Europea:

Eurobarómetro.

Presentación de los resultados.

Al margen del tema principal, existen el artículo de Cardeñosa una serie de errores, inexactitudes y alguna otra cosa que parecen ser ya habituales en este periodista, si juzgamos por esto, esto otro, esto de aquí, y esto más.

En primer lugar, lo que aparece a primera vista como un inocente artículo plagado de datos termina siendo simplemente un panfleto antiescéptico.

Cardeñosa no sabe como atacar (una vez más) a los escépticos y en esta ocasión recurre a:

-Mentiras como aquella, ya usada por Manuel Carballal en otro injurioso panfleto, que dice que César Vidal es uno de los “más recurridos ponentes “en los congresos de ARP.SAPC. Vidal fue ponente en UN congreso de ARP.

- Falacias como pretender generalizar las actitudes y creencias del propio Vidal a los escépticos.

-Adjudicación de galardones y citas espúreas: Thomas Huxley no ganó jamás el premio Nobel, y menos en Medicina. Los premios Nobel se entregan desde 1901 y Huxley falleció en 1895.Y la cita de Cardeñosa no es suya. Parece más propia de su nieto, Aldous, escritor, pero seguramente, y dadas las actitudes del autor de Un Mundo Feliz, el sentido que quiso darle es más escéptico que al contrario. Quien si ganó el premio Nobel de medicina fue otro Huxley, nieto de Thomas y hermanastro de Aldous y del biólogo Julian Huxley,el fisiólogo Andrew Fielding Huxley, que lo obtuvo en 1963.

-Asegurar que Paul Kurtz equipara creencias a supersticiones, cuando lo que el filósofo dice es que las creencias irracionales deben frenarse mediante el uso de la razón. Por cierto, una superstición es una creencia sostenida contra la razón.

-Trata de equiparar a los escépticos con una religión sobre la base del caso Vidal, la coincidencia en condenar la sin razón entre cristianos y escépticos y el uso de lenguaje “cargado”, como cuando llama a Paul Kurtz “líder mundial” de los escépticos.

-Usar las convicciones extracientíficas de un científico como Paul Davies como argumento de autoridad o conclusión obtenida directamente de la Ciencia.

-Mentir al decir que Carl Sagan dice que “cualquier creencia” es una traba en el progreso y mata, cuando Sagan se refiere a determinadas creencias en determinados ámbitos como la salud o la medicina, el medio ambiente o el uso de las tecnologías problemáticas.

-Seguir mintiendo cuando asegura que Sagan niega en “El Mundo y sus demonios” determinados fenómenos paranormales, cuando es precisamente en esa obra donde más insiste en que algunos de ellos tienen posibilidades de ser ciertos, pero que no se deben vender como realidades en tanto no se prueben; cuando dice que Sagan, cuestiona la psicoterapia, siendo más cierto que Sagan cuestiona, y con argumentos de peso, determinadas técnicas psisoterapeúticas, cuando se inventa que Sagan dice que los abusos sexuales sobre niños son un invento del mundo moderno, siendo que Sagan dice expresamente que son una realidad aterradora que no debe jugarse con ello, condenando la moda de determinados terapeutas “modernos” a verlos incluso donde no los hay y a pesar de la ausencia de evidencias; y miente cuando afirma que Sagan dice que la quimioterapia no causa en el paciente ninguna molestia o dolor. Sobre esto último lo mejor es leer el relato de su propia experiencia con el cáncer y la quimioterapia en este artículo.

A todo este ejercicio de sentido común, Cardeñosa lo llama “delirio ultra racionalista”.

Decíamos en la anterior entrada de “paranormalidades” que:

“No es que no existieran intentos de defensa de las virtudes de la irracionalidad o que no sigan existiendo, pero se vende mal.”

A lo mejor Cardeñosa resulta ser un verdadero experto en vender irracionalidad.