lunes, septiembre 11, 2006

Por fin: ¿Qué es el escepticismo?

Resulta curioso como intentan algunos hacerse con el “título” de escéptico o de “verdadero escéptico” con tal de dotar de legitimidad cualquier charlatanería paranormalera y quitársela, al tiempo, a quien denuncia tal carácter para las mesas que levitan, los visitantes de “dimensiones paralelas” o cositas semejantes.

Parece comprensible que podamos creer que nuestra propia postura es razonable y que los que sostienen otra distinta nos sobrepasan por irracionales o no llegan por fanáticos. Todos creemos sostener ideas ciertas o razonables. Es decir, todos pensamos que somos racionales a la hora de sostener nuestras opiniones y creencias, incluso hay quien piensa que es racional sostenerlas en contra de toda evidencia, pero el querer hacerse con una denominación concreta, nada general como pueda ser “racional”, sino algo tan concreto como “escéptico” y huir de otras como “dogmático” es algo diferente. No se trata aquí de sostener que uno es, qué se yo, violento porque es algo que se debe ser, o que uno es antidemocrático porque la democracia es mala, o cosa parecida, sino de hacerse con ese calificativo y quitarlo a otros. Se trata de obtener un mero título, aún a costa de pervertir su significado, no de justificar la propia postura.

Sorprendente, quizá, pero no nuevo. Muchos regímenes políticos en cuyo seno no es posible la discrepancia o la mera expresión de la voluntad soberana se llaman a sí mismos “verdaderamente democráticos”. El recurso usado es redefinir el término excluyendo aquellos aspectos que no están presentes en sus sistemas políticos. En el Islam, no el fundamentalista, claro, pues estos no esconden nada, sino en el moderado, ocurre algo parecido con el término “feminismo”. Este “feminismo islámico” mantiene la discriminación en los derechos de herencia, la necesidad o idoneidad del velo femenino, la diferente función en el matrimonio, la poligamia, el derecho de tutela por parte del marido sobre la mujer, etc. Consigue amparo en el multiculturalismo y las expresiones de lo políticamente correcto, con su discurso postcolonial, pero esta es otra cuestión. El caso es que se dice que esta es una igualdad “diferente”, y, por supuesto, superior a la occidental.

Ambos ejemplos comparten con el caso de los falsos “verdaderos escépticos”, un aspecto evidente. Todos ellos pretenden ser acreedores del calificativo y acusan al estándar de falso, pareciendo que desean el término pero desprecian su significado, deseando alterarlo.

Pero en el ejemplo político y en el religioso parece claro que ese deseo de alterar el significado de esos términos nace de una hostilidad ideológica o religiosa hacia el verdadero, pretendiendo, a través de la adopción del término (verdadero demócrata o verdadero feminista) obtener visa de racionalidad, certeza o utilidad hacia sus ideas o creencias, demonizando el auténtico.

Sin embargo, en el caso de los amigos de lo paranormal, hay algo distinto. Se trata, creo yo, de un desconocimiento increíblemente ingenuo de qué significa ser escéptico. Los paranormaleros no creen necesario cambiar nada respecto del significado, no son hostiles a él, lo que ellos pretenden es que quienes se titulan “escépticos” no conocen o no practican el escepticismo estándar. Sin embargo, todo lo que pueden hacer si surge la cuestión es remitirse a la definición de un diccionario de la lengua. Y, por supuesto, tras oportuna búsqueda en Internet, nombrar a Pirrón.

Quines así actúan desconocen la evolución de ambos términos (escepticismo y dogmatismo) y la flexibilidad que poseen, sobre todo en la historia del pensamiento. En relación a esto, es corriente leer verdaderas barbaridades a la hora de hablar del “verdadero escepticismo”; autenticidad que se suele buscar en la antigüedad. Así, Pirrón es el candidato número uno a la hora de ganar el premio al “verdadero escéptico”. Es decir, como Pirrón fundó una escuela filosófica llamada “escéptica” hace nada menos que 24 siglos, este debe ser el “genuino, verdadero escéptico” y su doctrina el “verdadero escepticismo”. Como, además, es corriente leer la palabra “duda” unida al escepticismo pirrónico, se suele decir que el verdadero escepticismo es el que duda de lo establecido- o lo académico, lo “oficial” o cosa parecida- e investiga todo, por dudar de todo. Manuel Carballal, ejemplo señero de persona que niega a los “arpíos” el calificativo de escépticos y que cree merecerlo él mismo, escribía de manera ilustrativa sobre esta cuestión en el mensaje 3662 del 2 de enero de 2006 en la lista de correo de Yahoo, “salsarosa paranormal”, hoy desaparecida:

“Y otra cosa, escepticismo (aunque algunos
sinverguenzas se apropien de este termino, igual que
otros sinverguenzas se apropian del termino chaman,
investigador, periodista, etc) es solo una corriente
filosofica, fundada por Pirrón, que proclama la duda
como metodo de conocimiento.” (Ortografía original)

Este texto ilustra esos aspectos que comentaba:

El escepticismo es “solo” una corriente filosófica. (Y fuera de la Filosofía, por tanto, no hay escepticismo que valga) Una y nada más, inamovible, exclusiva. Todos los escépticos posteriores son “falsos” escépticos. Todo uso del término queda así relegado a usos figurados, todo lo más. Además, la duda pirrónica es la base de un método de conocimiento.

¿Problemas? Varios. Para empezar, hay escépticos anteriores a Pirrón y los hay posteriores. El término no es como una denominación de origen, sino que tiene un significado etimológico anterior en virtud del cual se le aplica a Pirrón y su doctrina y…a todos los que puedan ajustarse al mismo independientemente de cual sea esa doctrina concreta, o incluso a meras actitudes generales. Basta con que contenga elementos ajustados al significado del término.

El principal problema, no obstante, es que la doctrina de Pirrón no hacía de la duda ningún método de conocimiento. Al contrario, sus dudas atacaban toda pretensión de conocer cualquier aspecto del mundo. Lejos de ser un método de conocimiento, es una renuncia expresa a él. Para Pirrón no hay que investigar nada, es una pérdida de tiempo y fuente de infelicidad. El pensamiento de Pirrón se dirige al terreno moral y su máxima preocupación es alcanzar la felicidad. Para Pirrón solo puede conseguirse suspendiendo el juicio, pues ninguna opinión es verdadera y la felicidad procede de no sostener ninguna opinión, absolutamente ninguna. De hecho, Pirrón jamás escribió una sola palabra sobre ninguna cuestión. ¿Qué diría Pirrón sobre la existencia de OVNIs o su naturaleza? Que ni él ni nadie sabe ni puede saber y que no le interesa en absoluto y que todo el que se preocupe por una cuestión como esa, máxime si la “investiga”, no es un verdadero sabio y será infeliz.

¿Es Carballal un “auténtico escéptico”? ¿Lo son los audaces “investigadores” de kilométrica “búsqueda”?

¿Entonces, qué son? ¿Y, qué somos los actuales escépticos?

¿Se sorprendería el audaz investigador si le dijera que él es un “dogmático? ¿Se sentiría ofendido? Casi seguro, suele ocurrir con este término lo mismo que con “escéptico”, es muy desconocido en sus varias acepciones en relación con el problema del conocimiento. Pero el significado filosófico corriente de dogmático es el de que no existe un problema del conocimiento. En general, confía en la posibilidad absoluta de conocer, de encontrar la verdad.

Tomados en el sentido pirrónico, pocos escépticos “verdaderos” existen, y abundan los dogmáticos, de ahí que se investigue. Desde luego, creo que la mayoría somos dogmáticos en el sentido de creer que la búsqueda vale la pena, puede ser fructífera y puede ser ella misma fuente de felicidad.

Pero si bien hoy en día nadie es escéptico en el sentido pirrónico, nadie es tampoco un dogmático pleno. Pues nadie se plantea hoy en día la ausencia de un problema del conocimiento y toda reflexión epistemológica aborda tal cuestión como punto de partida.

Pero si no es el antiguo pirronismo el que se corresponde con el escepticismo actual, tampoco el practicado en el renacimiento, que dio lugar a una curiosa situación:

Para atacar el dogmatismo católico, los protestantes tomaron posturas dogmáticas, mientras que los católicos, para defender sus dogmas, adoptaron posiciones escépticas.

Lutero atacaba el criterio de verdad de la Iglesia Católica, y se vio enfrentado a algunos pensadores que defendían a esta. Es el caso de Erasmo de Rótterdam, del cual es conocida su aversión hacia las discusiones teológicas racionales. Para permanecer dentro de la fe, Erasmo propuso una defensa escéptica de la fe católica, basada en dogmas, y así, escribió en su “Elogio de la locura” que:

"Los asuntos humanos son tan oscuros y variados que nada puede conocerse claramente. Esta fue la sana conclusión de los académicos (los escépticos académicos), que eran los menos ariscos de los filósofos"

Erasmo aceptaba que no podía determinar qué era cierto en materia de religión, y que esa tarea correspondía a La Iglesia.

Lutero, que rechazaba los dogmas católicos y defendía el uso de la razón para encontrar la verdad religiosa, tuvo que adoptar posturas dogmáticas y rechazar todo escepticismo; en “De Servo Arbitrio” Lutero dice que el cristianismo es anti escéptico y que requiere la afirmación de ciertas verdades.

Más tarde, Montaigne tuvo que hacer lo mismo que Erasmo, llegando a reivindicar el pirronismo más férreo para defender el dogma católico por medio del fideísmo. Y su discípulo, Pierre Charrón, hizo lo mismo para atacar a los ateos. Escépticos dogmáticos, curioso.

Tampoco es Descartes el antecedente del moderno escepticismo. Ni la duda de Descartes lleva al mismo territorio que la de Pirrón. ¿Recuerdan aquella frase de Carballal acerca de lo que era “el verdadero escepticismo”, la “duda metódica”? Esa confusión es muy corriente. Pero resulta que Descartes no es escéptico, antes al contrario. Descartes acepta los argumentos pirrónicos para alcanzar, al contrario que aquél, una seguridad total y absoluta. Es equivocada la creencia de que la base del método cartesiano es la duda, su base es el “cogito ergo sum”, algo de lo que no puede dudarse, la base segura de todo argumento, un obstáculo tras el cual no es posible la duda un dogma, después de todo. El uso del “verdadero escepticismo”, según Descartes, llevaba a su aniquilación.

El moderno escepticismo, aquél que los paranormaleros rechazan, nace de David Hume.

Hume veía el escepticismo como una actitud moderadora de la especulación. Consideraba que en lo referente a lo que escapa a nuestra experiencia y nuestros sentidos, el escepticismo debe ser total. Nada no es accesible de ese “mundo”. Sin embargo, respecto del mundo de nuestra experiencia, de lo sensible, Hume recomendaba un escepticismo moderado, un reconocimiento de nuestros límites para conocer y de la posibilidad de error incluso en aquello que podemos conocer.

Hume reconocía, pues, la posibilidad de un conocimiento del mundo, pues el escepticismo pirrónico era, en opinión de Hume, imposible de llevar a la práctica y conducía, directamente, al absurdo y la inactividad. Las razones del escepticismo riguroso, decía Hume, “se desvanecen como el humo” al enfrentar la realidad. Uno sabía que comer quitaba el hambre, y que sin alimento, alguien muere.

Traza Hume los límites de su escepticismo y define que debe ser este al distinguir entre un escepticismo “antecedente” y otro “consecuente”.

El primero, el de Descartes, lo considera inútil a la hora de conseguir convicción para cualquier argumento, pues la duda Universal y la veracidad divina no prueba nada, después de todo, o probaría que los sentidos no nos engañan nunca, algo claramente falso.

El escepticismo consecuente sería el aplicable a la investigación o a los conocimientos adquiridos. Recomienda cautela y rigor metodológico, limpieza de prejuicios e imparcialidad.

Hume estableció, al proporcionar un golpe al orgullo de los “constructores de sistemas que lo explican todo” el modo en que debían rechazarse las especulaciones metafísicas sobre una base lógica.

Con la Ciencia y la reflexión sobre sus límites, se alcanza un nuevo escepticismo, el actual.

Mario Bunge, físico y filósofo de la Ciencia y miembro de organizaciones escépticas como CSICOP o ARP, es quien se ha referido a esta cuestión de manera explícita.

Dice Bunge que el escepticismo científico es parcial y metodológico, no total y sistemático.

Toda duda será parcial, no total. Una idea científica se evalúa respecto del cuerpo general de conocimientos, un teorema matemático a la luz de sus premisas y de las leyes lógicas; una teoría física según su coherencia lógica y pulcritud matemática, así como según su armonía con otras teorías físicas y su correspondencia con los datos empíricos pertinentes, y una teoría química según las teorías físicas que presupone y según se ajuste o no a otras teorías y a los datos experimentales pertinentes.

Es decir, no es posible cuestionarlo todo al mismo tiempo, se pone en duda una proposición, nunca el valor de la investigación científica ni la Ciencia íntegra.

El investigador no es crédulo, no cree lo primero que se le ocurre o le proponen, sino que examina. El escepticismo no es, además, meramente crítico y dubitativo, la crítica es un medio para alcanzar un conocimiento, pero el escepticismo es constructivo: rechaza o acepta proposiciones mediante su enfrentamiento con otros conocimientos y su análisis lógico.

Como escribe José Manuel San Baldomero Ucar, analizando a Bunge:

“Los escépticos metodológicos o científicos ni son crédulos, ni tampoco dudan de todo al mismo tiempo. Creen lo demostrado, ponen en duda o en suspenso lo que aún no ha sido probado, y rechazan cuanto no armonice con el grueso del conocimiento científico. Su escepticismo no es un escepticismo total y desesperado, sino parcial y esperanzado: con principios y fe en la capacidad del ser humano de avanzar en el conocimiento de la realidad. Una fe crítica y no ciega. Sin creer en supercherías, sino en teoremas bien demostrados, experimentos bien diseñados, y teorías bien confirmadas, así como en axiomas coherentes y fértiles. La pseudociencia y la pseudotécnica constituyen para Bunge la versión moderna del pensamiento mágico. Hay que criticarlas no sólo para limpiar los cerebros de basura intelectual, sino también para evitar que sus explotadores limpien los bolsillos a los crédulos.”

8 comentarios:

Alu dijo...

A mi juicio, el "escepticismo" como concepto está mal comprendido. Cuando hablamos de dudar no estimo tal postura como una oposición a cualquier postulado, afirmación o hecho concreto, sino a una precavida postura que reniega de confirmarlos sin demostración y contraste previos.

Gracias a ello se han sucedido los grandes avances de nuestro tiempo. La ciencia no habría llegado al nivel actual de no haber puesto en práctica la estrategia de la demostración, la aportación de pruebas, el contraste de experiencias y puntos de vista... Poderosas y arraigadas creencias del pasado cayeron gracias a esta metodología, y otras nuevas nacieron tras una feroz oposición inicial que se demostró equivocada. Lo contrario a esta metodología, supongo, habría creado una sociedad basada en la superstición, la eterna sospecha, el escaso nivel cultural de sus gentes, y toda una serie de ingredientes que rezuman el temible olor de las teocracias y las masas controladas que tristemente aún perduran en algunas civilizaciones del globo.

El problema creo que nace cuando tras leer un panfleto de feria ilustrado con imágenes de cementerios y niñas fantasma (por ejemplo), el "crédulo" decide tragarse la historia porque gusta de creer, lo necesita para su supervivencia psicológica, y encuentra en quienes no piensan como él a sus molinos quijotescos. Ahí nace la adversión y el ataque a todo aquello capaz de poner en peligro mínimamente su mundo, especialmente cuando los argumentos germinan a partir de razonamientos basados en la experiencia, la investigación y la prueba.

Ser escéptico no reporta absolutamente nada negativo al ser humano, a menos que pensemos en un infierno o castigo sobrenatural que ya nos metería de lleno en un grave superávit religioso. Comportarse como justo lo contrario, sí. Cuesta dinero, y a veces mucho, cuesta vivir en una incultura presupuesta (ya que un mínimo grado de conocimientos rebatiría bastantes supersticiones), y por contra no reporta ningún beneficio extra a nuestra calidad de vida. Claro que, decir todo ésto, es como ver llover en Pekín ya que excepto a los pequineses, a nadie más le importa.

Un problema reciente del escepticismo entendido como una metodología es que el carro es bastante grande y los aspirantes a subirse muchos. Y ya sabemos lo que pasa cuando se cuelan cierto tipo de individuos, amantes del mercado fácil. Libros, conferencias, programas de tv, de radio... y todo rodeado de un aura de escepticismo. Es la moda, que acaba de dar sus primeros pasos pero que aspira y conseguirá extenderse mucho más allá. Algunos, bastante listos, han sabido planificar su estrategia.

En el mundo del siglo XXI, donde la ciencia juega un papel indispensable actualmente, y quizá absoluto en un futuro cercano, basta darle tímidamente la mano a ésta para ganar credibilidad. Lo estamos viendo en todo el mundo, y si ya había confusión por definir escepticismo más la va a haber.

Lamento postearte aqui este tipo de impresiones, que quizá se alejan un poco del espíritu filosófico y conceptual de tu entrada, pero por escribir que no quede.

Gerardo dijo...

"la doctrina de Pirrón no hacía de la duda ningún método de conocimiento.[...] Lejos de ser un método de conocimiento, es una renuncia expresa a él. Para Pirrón no hay que investigar nada, es una pérdida de tiempo y fuente de infelicidad."

Al final sí van a ser pirronistas, los magufos, ya que hacen cualquier tipo de teatro antes que indagar, no vaya a ser que el querido y lucrativo misterio se desvanezca por exceso de información.

Sentido Comun dijo...

Excelente articulo Asigan, coincido con Gerardo, de acuerdo con esta descripcion no podriamos mas que estar de acuerdo con los charlatanes cuando se dicen escepticos pirronistas.

Saludos

Asigan dijo...

Alulim

Siempre es bienvenida toda reflexión.

Para mí el punto del escepticismo es fáacilmente reconocible, y figura en el artículo:

Cautela metodológica , se suspende el juicio o se duda de lo que no cuenta con bases evidenciales y se rechaza aquello que enfrenta conocimiento sólido.

Es sencillo.

Gerardo y Juan Carlos

¿Podríamos, entonces, decir que los OVNIS son "objetos pirrónicos"? Ni se puede saber si existen, ni tiene interes saberlo, y además, amarga la vida :))

Sentido Comun dijo...

Bueno, aunque tu comentario es en forma de broma, quizas?, tiene sentido analizarlo.

Viendolo la definicion de Pirron de forma literal, entonces los charlatanes como Maussan no serian de ninguna manera pirronistas, ya que independientemente de que la intencion sea solo sacarle lana a los incautos, ellos declaran que si existen, que si vale la pena investigarlo y que el vender lo que encuentren (inventen), no les amarga la vida, al contrario, los que se las amarga son los escepticos modernos.

Ahora que si analizamos la rigurosidad de los descubrimientos y argumentacion de estos charlatanes, ademas de la uniformidad entre los de su especie,de la misma podemos inferir que en el fondo si son escepticos pirronistas.

Ya que ni saben ni pueden saber si existen, (no con sus metodos), ni tienen interes en saberlo, su interes es el hacerlo creer a sus incautos y en caso de que alguna vez estos se hagan evidentes (los ovnis), se les acabaria el negocio de la especulacion y se amargarian definitivamente.

Conclusion:

Soy esceptico en cuanto a que ellos sean escepticos, pero soy esceptico en la definicion de Bunge.

Saludos

JoseAngel dijo...

Muy interesante artículo. El escepticismo tal como se utiliza el término en internet, observo, también tiende a definirse en el debate con los pseudo-escépticos proparanormales, o sea que hasta cierto punto los necesita, para definirse como tal escepticismo, ¿no?

.Pâtissier Cellist dijo...

Hola,
Me gustó tu post,
Quiero hacerte una pregunta,
sabes de alguna pagina sobre fantasmas y paranormalidades que sea realmente interesante y en la que pueda creer al menos el 50% de lo que lea?

Ya sabes, lo típico, como todo montón de gente estupida comienzo a perseguir dichos eventos tratando de evitar que el chamuco se me meta o peor aun, que en una de esas hasta lo fotografíe.

Y aunque creo totalmente en presencias extraordinarias estoy conciente que no debería meterme en la boca del lobo teniendo estos sucesos en casa, pero en fin, soy una mas de las que gozan de la adrenalina del bu.

Esperare tu respuesta como toda persona que espera y como pocos saben hace, con paciencia. Saludos.

(La clave de la paciencia es hacer algo mientras esperas, asi que buscaré mas líos)

Anónimo dijo...

su articulo tiene comentarios muy refinados; sin embargo no me parece lo suficiente mente cautelosa a la hora de revisar el escepticismo Pirrónico, pues si bien él nunca escribió nada algunos de sus seguidores, como Sexto Empírico, son reconocidos como fieles seguidores de su pensamiento. Ha de notarse que Los Esbozos pirrónicos comienzan dividiendo el camino de la filosofía en tres, el de los dogmáticos que creeron "haber encontrado la verdad", el de los académicos "que declararon que no era posible" y el de los escépticos que "aún investigan".
De que la postura de pirrón este diriguida al terreno de la moral (con todo lo que esto conlleva)no se sigue que a este no le interesara para nada el problema del conocimiento que no se reduce al problema del conocimiento científico.
Es más, creo que posturas como la de Husserl reflejan el tipo de escepticismo que practicaba Pirrón.
Se trataba era de negar las teorías que tenemos sobre el mundo, no los fenómenos.