jueves, marzo 09, 2006

Relativismo:La paradoja de Protágoras

Decía Protágoras de Abdera que el hombre es la medida de todas las cosas. Muchos significados se le han dado a esta expresión, pero parece que Protágoras la usaba para ilustrar la, según él, inexistencia de valores universales. Es cada hombre el que hace su propia valoración más o menos interesada.

Que Protágoras pretendiera o no hacer una defensa del relativismo cognitivo más extremo o si se trata de una mera cuestión de antropocentrismo es algo en discusión. Si fuera el primer caso, y como suele ser habitual en los relativistas, eso no le impedía sostener algunas presuntas verdades. Por ejemplo, Protágoras se ganaba muy bien la vida vendiendo a precios muy elevados sus conocimientos sobre el correcto uso de las palabras y el efecto de los discursos.

Fuera o no Protágoras el primer relativista conocido, desde entonces han abundado, coincidiendo todos ellos en su defensa vehemente de que es una gran verdad que no existe ninguna verdad.

Sokal y Bricmont, en su “Imposturas Intelectuales” cuentan alguna andanza de relativistas contemporáneos al tiempo que ofrecen una accesible crítica al propio relativismo.

Se dice que la siguiente paradoja, uno de cuyos protagonistas es el mismo Protágoras, es un magnífico ejemplo de su máxima “el hombre es la medida de todas las cosas”. En consonancia con la ociosidad de esta entrada, ofrezco una versión de la paradoja de Protágoras y reto al lector interesado o simplemente ocioso la oportunidad de resolverla en los comentarios del blog.

Aquí va:

Euatlo era un joven sin recursos económicos que deseaba estudiar con Protágoras con la idea de dedicarse a la abogacía. Protágoras, que apreciaba la inteligencia del joven, le propuso que asistiera a sus clases y que una vez ganara su primer pleito ejerciendo de abogado, le abonara sus honorarios. El joven estuvo de acuerdo en el arreglo.

Euatlo, efectivamente, asistió a todas las lecciones pero, cuando acabó su formación, anunció que finalmente no se iba a dedicar a la abogacía, sino a la política, y que, por tanto, no estaba en obligación de pagar sus honorarios, pues jamás ganaría un pleito. Protágoras amenazó al estudiante con un pleito y el joven argumentó:

«Si vamos a juicio, Protágoras, y yo gano, por este mandamiento judicial, no te tendré que pagar; si pierdo, dado que aún no habré ganado mi primer pleito, y esta era nuestra condición, tampoco tendré que pagar. Así, pues, Protágoras, no te conviene ir a juicio: seguro que lo perderás.»

A lo que Protágoras replicó:

«Si vamos a juicio, Euatlo, y yo gano, por este mandamiento judicial, me habrás de pagar; si pierdo, tú habrás ganado tu primer pleito y por razón de nuestro antiguo pacto, me habrás de pagar.»

¿Es realmente una paradoja sin solución? ¿Tienen ambos razón y, en consecuencia, “el hombre es la medida de todas las cosas” en el sentido relativista?