martes, enero 18, 2005

Negando la evidencia. Antonio Pérez

En su artículo “¿Por qué negar las evidencias?” , publicado en el número 3 de Octubre de 2002 de la revista “Los límites de la realidad”, Antonio Pérez muestra un ejemplo de entre tantos existentes acerca de la incomprensión del escepticismo y su justificación, así como de su propia postura y la de quienes piensan como él.

Se refiere Pérez a tópicos como “negar sin más” o “negación por sistema”. Lo ilustra con una historia que le cuenta un amigo “prestigioso investigador y presidente de una conocida sociedad científica”, que parece ser Pedro Amorós. Según el relato, muy dudoso en cuanto a su veracidad, un “famoso científico” presenció y participó en una experiencia durante la cual una mesa, acerca de la cual se realizó un “cuidadoso y exhaustivo examen”, se “elevó 50 cm.” Como el científico no encontró explicación a ese hecho, simplemente lo negó, según nos cuenta Pérez.

Nadie dudará de que este “cuento”- relato con moraleja- nos muestra una actitud irracional, pero si pretende Pérez, o el “prestigioso investigador” autor original del mismo, que esa es la actitud de los escépticos se equivoca. Para desgracia de Pérez y los investigadores, ni siquiera pueden documentar algo como que una mesa se eleve por medios no triviales.

Y ahí tenemos una de las claves de la incomprensión de Pérez. El admite la posibilidad de que una mesa haga algo parecido a lo descrito y cree que negar esa posibilidad es negar sin más. Parece vivir en un mundo en el que no podamos decir nada acerca de ciertas cosas excepto si son posibles o imposibles en el sentido clásico. No es imposible, en ese sentido, que la neumonía la cause el exceso de dormir, o el hecho de pronunciar la palabra “puerta”, o escuchar ciertos éxitos musicales, pero sabemos lo suficiente para decir que la neumonía la causan ciertos tipos de microbios. Del mismo modo podemos negar que una mesa se levante medio metro del suelo por medios “extraños”. Si alguien admite esa posibilidad debe explicar la razón, y esta, para no ser considerada irracional, debe consistir en algo más que en “es posible, ¿no?”. ¿Qué fuerza, tiene, en ese contexto, un puñado de testimonios a favor de que alguien contrajera la neumonía tras escuchar un disco de David Bisbal? ¿Y cuál es la de un puñado a favor de que las mesas se eleven del suelo sin ayuda?

¡¡¡Pérez acepta esa posibilidad y cree que hay que investigarla antes de poder decir nada sobre ello!!! Y eso a pesar de que él mismo dice que la postura correcta, que él llama “neutral”, consiste en no negar ni afirmar nada en tanto no se dispongan de argumentos o pruebas para definirse. ¿De verdad considera que no existen argumentos y pruebas para definirse en contra de que las mesas levitan? ¿Quién niega las evidencias?

Tratando de ilustrar su postura, Pérez nos habla de las psicofonías. Pretende el autor que, sea cual sea la causa de las llamadas “inclusiones”, estas ocurren, y están pendientes de explicación. Pero eso no es exacto. Existen muchas y variadas explicaciones para las psicofonías según cada caso concreto, todas ellas no solo posibles, sino más que probables en las circunstancias en las que se recogen. Una actitud correcta, “neutral”, consistiría en evaluar toda la evidencia disponible, que no se limita a las circunstancias concretas de la “experiencia”, sino que es extensible a los conocimientos implicados.

Un ejemplo puede extraerse del propio texto de Pérez. Nos incluye unas declaraciones de Sinesio Darnell, químico industrial y diplomado en microbiología e investigador del fenómeno paranormal, en las que nos dice que las psicofonías tienen acreditado su carácter paranormal en el hecho de que carecen de frecuencia. Darnell propone algo que contradice algo tan sólido cómo el conocimiento sobre el sonido, ¡¡diciendo que es posible que el sonido carezca de frecuencia, una de las características que todo sonido tiene por definición!! Si Darnell escucha un sonido al reproducir las cintas, estos tienen necesariamente una frecuencia. Un sonido sin frecuencia no puede existir, es como una luz oscura o un agua seca. En este caso si se puede hablar de imposibles. Es una imposibilidad lógica. Pero la actitud de Pérez y Darnell, y la de los investigadores paranormales en general, es la de interpretar sus grabaciones ignorando hechos sólidos sin percatarse de ello o refugiándose en tópicos falaces del tipo “mente abierta” o similares. Prefieren creer que la física se equivoca en aquellos aspectos con sólida base teórica y consistencia empírica a imaginarse capaces de haber cometido un error o descuido en sus experiencias. Se equivoca el mundo, pero ni yo ni mis amigos.

Respecto a esos tópicos, también el texto de Pérez nos proporciona algún ejemplo. Afirma que la ciencia no puede probar la existencia del amor o el odio (si puede, obviamente), o que como existen cosas invisibles al ojo, no puede negarse nada por el hecho de que no pueda verse (algo que nadie hace)

El artículo incluye unas fotografías como ejemplo de fenómeno extraño. Y dice que tal vez en el futuro dejen de serlo al ser explicados por fin. No tendrá que esperar más. Se trata de imágenes de las correas porta cámaras que han sido incluidas, seguramente por descuido, en las fotografías. Para ver un análisis de esas “espirales de energía”, como el autor las llama, en un caso que, por cierto, Pedro Amorós dio por “auténtico” fenómeno paranormal, puede visitarse este lugar.

Dice el autor que la “negación de las evidencias” es cosa de quienes obtienen algún beneficio por desmentir, intoxicar o difamar. ¿Quién obtiene beneficios de todos estos asuntos? ¿Quién ignora las evidencias?


6 comentarios:

MJS dijo...

Es curioso el caso. Sería fantástico tener el nombre del científico de decimosexta categoría al que se refiere Peritos, aunque yo me inclino a creer que se lo inventó.

Yo he visto levantarse mesas en muchísimas ocasiones y conozco dos formas de hacer el famoso "table tipping" del espiritismo decimonónico, pero la última vez que lo vi no era aplicable ninguna de las dos formas que conozco. Era verdaderamente asombroso, la mesa flotaba, se movía de un lado para otro, ante cuatro o cinco personas que la miraban detenidamente por arriba, por los lados y por abajo sin detectar nada anormal. El mago (cuyo nombre, por desgracia, no recuerdo) se reía encantado.

El supuesto científico de Peritos debe pasárselo jodidamente mal en las funciones de magia, digo yo.

Mauricio

Anónimo dijo...

Lo de la mesita parece lo que hacía el grupo SORRAT...

Gerardo

Asigan dijo...

La cosa anterior es Javier Reinoso, el espécimen del que hemos hablado en varias ocasiones y que parece empeñado en darme la razón.

Esta cosa, que suele alardear de su foro prefabricado, no sabe encontrar donde poner sus comentarios y ya lo ha hecho en varios post que no afectan ni a su persona ni a los temas que comenta.

Eso sin nombrar la estulticia que contienen tales comentarios.

Es, sencillamente, imbécil.

Anónimo dijo...

Asigan, por favor quitanós de encima a Javier Reinoso, que ahora lo tenemos en un foro sobre politica dandonos el coñazo sobre la astrología.Además el administrador ya le ha echado varias veces por sus declaraciuones homofobas, este tio es Don Pelmazo

Asigan dijo...

Bueno, si supiera cómo hacerlo te aseguro que hace tiempo que me lo hubiera quitado de encima.

Reinoso no puede vivir sin esto, me temo. Pero se le puede tomar como una especie de ruido de fondo al que al poco uno se acostumbra.Basta con ignorarlo.

Anónimo dijo...

Lo del Reinoso es un clásico. Hay que levantarse el corrosco de alguna manera. Eso lo entiendo. Lo que no comprendo es de dónde saca a todos esos monaguillos que le rodean. Haced la prueba. Entrad en alguno de sus foros y en cuanto contradices lo más mínimo primero salta uno de sus acólitos como una fiera. Normalmente a descalificar, sin tener NPI del tema. Después acaba el gran Gurú haciendo su entrada triunfal, así como para machacar. NPI al cuadrado.
Eso sí, llevando la bronca a su terreno y sacando a relucir que hay que comprar su programa pues si no te condenarás. Lo dicho, un clásico.